Hemos estado lejos de casa en la última semana. La semana pasada en casa destilamos nuestra primera muestra de aceite esencial de lavanda. Cosechamos la lavanda, la pusimos en el destilador, sacamos el aceite e hicimos una crema de cera de abejas. Los niños participaron de todo el proceso durante el día entero, muy interesados.
Se nos vino encima la remodelación de la cocina de la casa y después de ayudar un poco en la demolición de la vieja cocina, salimos corriendo para no estar entre el polvero.
Estuvimos toda la semana pasada en Bogotá compartiendo mucho con los primos. Emma, Simona, Bhai y Noe ya son inseparables. Cuando no está alguna Bhai pregunta: "¿Donde está Emma? ¿Donde están mis primas?" Tuvimos que ir al otorrinolaringólogo porque Bhai me había dicho que tenía una flor en la nariz. Yo ya había revisado y no la había visto. Sin embargo preferí la revisión de un experto que encontró una flor de lavanda completa muy arriba en la fosa nasal derecha. Cuando llegamos al consultorio del médico, a la recepcionista le dijo muy tranquilamente y como creación propia: "¡hola! Yo soy Bhai Osorio Jaramillo. Tengo una flor en la nariz y tengo mucha fiebre." Después de que el médico lo vió y en efecto constató que tenía la flor adentro y que lo acostó en la camilla para sacársela, Bhai le dijo: "yo soy muuuuyyyyy valiente". Se acostó muy tranquilo y se dejó hacer la operación sin ningún problema, aparte de cuando le apretaron las manos para que no fuera a moverse. Sentirse sin libertad le causa angustia.
Cuando salimos de casa es mucho más difícil mantener la rutina de las actividades que normalmente hago en casa. Sentarnos en la biblioteca a revisar nuestro trabajo de Peru y reforzar algunos fonemas, los masajes buco linguo faciales y el cierre del día con el libro de experiencias son tareas que en un entorno distinto al rutinario, son difíciles de llevar a cabo. Y me pregunto ¿por qué? Tal vez porque hay tanta actividad aquí lejos de casa, que no hay tiempo para hacerlas, o tal vez porque el aprendizaje es tan espontáneo y natural que una actividad planeada parece fuera de lugar. No se, pero fuera de casa es una buena oportunidad para fortalecer la fe en mi y confiar en que este salirse de la rutina (así eso dure dos semanas o más) les enseña otro tipo de habilidades como la adaptación rápida a los cambios, como la socialización con todo tipo de gente siempre diferente que les impide armar "bandos" o grupos o preferencias a la hora de relacionarse. Simplemente es la vida como es, espontánea y natural.
Ayer en la mañana hicimos un paseo de primos a los cerros orientales de Bogotá con picnic. Bhai me sorprendió cuando apagó la tele y bajó las escaleras corriendo, pidió el ascensor y nos llamó a todos para que nos fuéramos al "picnic en la montaña". Empezó a subir rapidísimo. Llevaba un libro de insectos en sus manos, contándonos que las truchas comían moscas y que el insecto de la foto se llamaba tijereta. Iba tan rápido que un par de veces le tocó esperar al resto de sus primos y entonces empezó a ponerle nombres a los perros que veía en el camino: "a ti te llamaré Peludito, le dijo a Cacho". Y a otro que pasó (creo que era un pitbull o alguna de esas razas que babean): "a ti te llamaré Babosito". Así subió hasta el lugar del picnic. Luego se quitó los zapatos y se sentó a leer su libro con una concentración que la gente que pasaba se asombraba pues si no lee aún, la propiedad con la que coge el libro aparenta que dominara completamente la lectura. Noe, Emma y Simona también subieron felices hasta el lugar del picnic. Iban coleccionando palos y piedras y haciendo carreras. Les encantó la excursión: Se mojaron, se rasparon, se cayeron, se volvieron a parar, lloraron y se carcajearon. Divinos. En la tarde nos vinimos a Santa Marta a pasar una semana. Seguirán en socialización intensiva de primos Emma, Simona, Bhai y Noe.
Este lugar (Santa Marta) es un buen lugar para ver en retrospectiva como van creciendo, pues desde hace 3 años venimos siempre en la misma época. Este año, a diferencia de los anteriores noto que están mucho más independientes y sueltos y que eso se manifiesta de distintas maneras, una de las cuales es la falta de miedo en el mar y las ganas de estar ahí adentro todo el día. Las veces pasadas preferían la seguridad de la piscina. Hoy estuvimos más de 5 horas en la playa. Un par en la mañana, dos más al medio día y dos al atardecer. Mientras veía cómo caía el sol, también los observaba a los dos: Noe, negado a usar cualquier flotador, hacía un esfuerzo grande por meterse al mar sin miedo, por dejar que las olas lo revolcaran y volver a salir tranquilo. Bhai estaba haciendo toda clase de experimentos con las sensaciones de su cuerpo en el agua. Se acostaba en todas las posiciones posibles en el lugar donde revientan las olas, y se quedaba observando las sensaciones que le producía esa experiencia. Recibió las olas de espaldas, acostado con la cabeza hacia el mar, al contrario, acostado sobre el sacro con la cabeza levantada del suelo y las piernas apuntando al cielo entre otras posiciones. Estaba en su propio laboratorio de sensaciones. Hoy también lo descubrí con un plato profundo de vidrio lleno de palomitas de maiz, mirándolas desde arriba, desde la mitad a través del vidrio, y desde abajo a través del vidrio de la mesa y del plato. Y volvía a repetir la observación desde las distintas perspectivas. No se qué estaba viendo, pero estaba interesadísimo en algo que había en un plato lleno de palomitas (para mi no había más que palomitas y aire). ¡Que capacidad de observación! En la playa también lo descubrí probando distintas piedras: las recogía, se las metía a la boca como saboreándolas y las sacaba, una por una. Algo descubría de sus sabores.
Esta mañana Noe se me acercó a preguntarme: "Mamá, ¿qué es un diseño?" y le respondí: "un diseño es cuando tienes una idea y piensas cómo hacerla realidad. Por ejemplo, si quieres hacer una casa, el diseño sería dónde pones las ventanas y por qué, si haces una carretera alrededor, cuántos pisos le haces..." Y me dijo: "¡ah! entonces yo voy a diseñar un castillo con muchas ventanas para que pase el viento, un camino alrededor y un dormitorio en el piso de arriba para la princesa." Y con sus palas y juguetes de arena se dispuso a hacerlo.
En el avión Noe gozó mucho todo el vuelo. A Bhai le dolían un poco los oídos y varias veces me manifestó que quería bajarse del avión por eso. Noe los tenía tapados pero sin mucho dolor y como no se oía bien a sí mismo, empezó a hablar durísimo y cantaba "vamos a la playa, a comer papaya" a todo volumen. Después me preguntó porqué le dolían los oídos y le expliqué rápidamente y empezó a preguntarle al avión entero, para después responderle también al avión entero: "¿saben por qué me duelen los oídos? porque el avión está aterrizando y la presión del aire está cambiando". Estaba emocionadísimo con el viaje. Cuando aterrizamos y llegamos al lugar a donde siempre venimos, me dijo que no se acordaba de nada, a pesar de que estuvimos aquí hace exactamente un año. Me sorprendió eso. Para el ha pasado un siglo en este tiempo. Hace un año era un bebé todavía.
Otra reflexión que hice hoy en la playa es sobre el estilo para aprender tan diferente de los dos. Noe así se crea muy autosuficiente, siempre está haciendo preguntas. Bhai, aunque sí pide ayuda en ocasiones, tiene un poder de estar presente como no he visto. En los ambientes que son "los suyos", es decir, donde se siente cómodo y en donde su interacción con el exterior es totalmente natural y espontánea, está en lo que está en ese momento. En la playa eso se acentúa mucho. Hoy me senté a mirar el mundo tan enorme que hay en la arena de la playa y pude de alguna manera relacionarme con ese poder de estar presente de el en esos momentos: observando cada grano de arena como un mundo entero y cada espacio entre cada grano como otro paralelo. Y ni hablar de los contactos entre el agua y esos mundos. Por supuesto que si uno es tan observador como él, no puede pensar en nada distinto al presente. Eso es muy bello.
Demolición |
Cuando salimos de casa es mucho más difícil mantener la rutina de las actividades que normalmente hago en casa. Sentarnos en la biblioteca a revisar nuestro trabajo de Peru y reforzar algunos fonemas, los masajes buco linguo faciales y el cierre del día con el libro de experiencias son tareas que en un entorno distinto al rutinario, son difíciles de llevar a cabo. Y me pregunto ¿por qué? Tal vez porque hay tanta actividad aquí lejos de casa, que no hay tiempo para hacerlas, o tal vez porque el aprendizaje es tan espontáneo y natural que una actividad planeada parece fuera de lugar. No se, pero fuera de casa es una buena oportunidad para fortalecer la fe en mi y confiar en que este salirse de la rutina (así eso dure dos semanas o más) les enseña otro tipo de habilidades como la adaptación rápida a los cambios, como la socialización con todo tipo de gente siempre diferente que les impide armar "bandos" o grupos o preferencias a la hora de relacionarse. Simplemente es la vida como es, espontánea y natural.
Ayer en la mañana hicimos un paseo de primos a los cerros orientales de Bogotá con picnic. Bhai me sorprendió cuando apagó la tele y bajó las escaleras corriendo, pidió el ascensor y nos llamó a todos para que nos fuéramos al "picnic en la montaña". Empezó a subir rapidísimo. Llevaba un libro de insectos en sus manos, contándonos que las truchas comían moscas y que el insecto de la foto se llamaba tijereta. Iba tan rápido que un par de veces le tocó esperar al resto de sus primos y entonces empezó a ponerle nombres a los perros que veía en el camino: "a ti te llamaré Peludito, le dijo a Cacho". Y a otro que pasó (creo que era un pitbull o alguna de esas razas que babean): "a ti te llamaré Babosito". Así subió hasta el lugar del picnic. Luego se quitó los zapatos y se sentó a leer su libro con una concentración que la gente que pasaba se asombraba pues si no lee aún, la propiedad con la que coge el libro aparenta que dominara completamente la lectura. Noe, Emma y Simona también subieron felices hasta el lugar del picnic. Iban coleccionando palos y piedras y haciendo carreras. Les encantó la excursión: Se mojaron, se rasparon, se cayeron, se volvieron a parar, lloraron y se carcajearon. Divinos. En la tarde nos vinimos a Santa Marta a pasar una semana. Seguirán en socialización intensiva de primos Emma, Simona, Bhai y Noe.
De caminata por el bosque. En orden de adelante hacia atrás: Bhai, Cacho, Noe, Emma, Simona, Juanca. |
Este lugar (Santa Marta) es un buen lugar para ver en retrospectiva como van creciendo, pues desde hace 3 años venimos siempre en la misma época. Este año, a diferencia de los anteriores noto que están mucho más independientes y sueltos y que eso se manifiesta de distintas maneras, una de las cuales es la falta de miedo en el mar y las ganas de estar ahí adentro todo el día. Las veces pasadas preferían la seguridad de la piscina. Hoy estuvimos más de 5 horas en la playa. Un par en la mañana, dos más al medio día y dos al atardecer. Mientras veía cómo caía el sol, también los observaba a los dos: Noe, negado a usar cualquier flotador, hacía un esfuerzo grande por meterse al mar sin miedo, por dejar que las olas lo revolcaran y volver a salir tranquilo. Bhai estaba haciendo toda clase de experimentos con las sensaciones de su cuerpo en el agua. Se acostaba en todas las posiciones posibles en el lugar donde revientan las olas, y se quedaba observando las sensaciones que le producía esa experiencia. Recibió las olas de espaldas, acostado con la cabeza hacia el mar, al contrario, acostado sobre el sacro con la cabeza levantada del suelo y las piernas apuntando al cielo entre otras posiciones. Estaba en su propio laboratorio de sensaciones. Hoy también lo descubrí con un plato profundo de vidrio lleno de palomitas de maiz, mirándolas desde arriba, desde la mitad a través del vidrio, y desde abajo a través del vidrio de la mesa y del plato. Y volvía a repetir la observación desde las distintas perspectivas. No se qué estaba viendo, pero estaba interesadísimo en algo que había en un plato lleno de palomitas (para mi no había más que palomitas y aire). ¡Que capacidad de observación! En la playa también lo descubrí probando distintas piedras: las recogía, se las metía a la boca como saboreándolas y las sacaba, una por una. Algo descubría de sus sabores.
Esta mañana Noe se me acercó a preguntarme: "Mamá, ¿qué es un diseño?" y le respondí: "un diseño es cuando tienes una idea y piensas cómo hacerla realidad. Por ejemplo, si quieres hacer una casa, el diseño sería dónde pones las ventanas y por qué, si haces una carretera alrededor, cuántos pisos le haces..." Y me dijo: "¡ah! entonces yo voy a diseñar un castillo con muchas ventanas para que pase el viento, un camino alrededor y un dormitorio en el piso de arriba para la princesa." Y con sus palas y juguetes de arena se dispuso a hacerlo.
Otra reflexión que hice hoy en la playa es sobre el estilo para aprender tan diferente de los dos. Noe así se crea muy autosuficiente, siempre está haciendo preguntas. Bhai, aunque sí pide ayuda en ocasiones, tiene un poder de estar presente como no he visto. En los ambientes que son "los suyos", es decir, donde se siente cómodo y en donde su interacción con el exterior es totalmente natural y espontánea, está en lo que está en ese momento. En la playa eso se acentúa mucho. Hoy me senté a mirar el mundo tan enorme que hay en la arena de la playa y pude de alguna manera relacionarme con ese poder de estar presente de el en esos momentos: observando cada grano de arena como un mundo entero y cada espacio entre cada grano como otro paralelo. Y ni hablar de los contactos entre el agua y esos mundos. Por supuesto que si uno es tan observador como él, no puede pensar en nada distinto al presente. Eso es muy bello.
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