miércoles, 11 de marzo de 2015

Viaje a Medellín auto reflexiones con preguntas simples y clase sobre los corazones

Empiezo con lo último:
Hoy antes de acostarse, nos metimos juntos a la cama a leer. Escogieron leer un libro que hizo mi mejor amiga del colegio, Ivo, que es un diario para todos los días que se llama "El abejario". En el hay actividades para todos los meses y sobre todo, preguntas para que quien lleve el diario responda usando su imaginación. No escribimos ni pintamos, sino que hablamos y respondimos las preguntas en voz alta y ensayamos los juegos de sombras que propone Ivo a lo largo del libro. También hablamos sobre los signos del zodiaco de cada mes. Me encantó hacerles preguntas sencillas y verlos pausar y responder. En una página nos preguntaban que cuáles eran nuestras cosas favoritas. Al olor, Bhai respondió que las salchichas y Noe que el pescado. Al animal, los dos respondieron que la iguana. Al deporte, Noe respondió que el golf y Bhai que comer papas fritas. Después se quedó pensando y dijo que nadar, correr y saltar. Al lugar, Noe dijo que la casa de Tina y de Gus donde están los caballos. Y Bhai dijo que las casas de Tina y de Gus. Luego llegamos a una página en donde nos proponían pensar qué queríamos lograr. Después de un rato en silencio, Noe dijo que pegarle a la pelota y llevarla hasta la bandera de un solo golpe. Bhai dijo que ir a clase de natación todos los días. Luego llegamos a otra página donde había un dibujo de una oruga pasando al capullo y convirtiéndose en mariposa y nos preguntaron que cómo queríamos transformarnos. Ahí se quedaron en silencio un buen rato y a la pregunta tan abstracta, respondió Noe con algo aun más abstracto que yo interpreté como la mejor lección sobre los centros de energía en el cuerpo que también llaman Chakras en sánscrito (aquí debo confesar que hasta el momento, este tema era para mí algo muy ajeno, que la charlatanería se había encargado en mantener así, y nunca había querido ni ponerme a hablar sobre esto ni tampoco estudiarlo). 

Noe me dijo: "yo tengo muchos corazones". "¿cómo así?" pregunté. "Sí, mira mamá". Y empezó a señalarse puntos sobre el cuerpo empezando desde abajo, en la zona del periné: "este es mi corazón de la fuerza". Y siguió subiendo a lo largo de la columna y paró justo abajo del ombligo. "Y este es mi corazón de la invencibilidad". Y siguió subiendo el dedo sobre la misma línea de la columna y dijo: "y este es el de irme a dormir solo. Y este es el de querer a todo el mundo. Y este de más arriba es el de vencer el miedo (señalando la garganta). Y este es el de leer y escribir sin ayuda (en la cabeza, haciendo alusión a la mente). Y este último es el de ver claritico, claritico (señalando la coronilla)". Quedé impresionada de que el sin nunca haber oído a nadie hablar de esto, hubiera sentido estos centros que el llamó "corazones". Y me convencí de que si un niño en su inocencia y su pureza los siente es porque de verdad existen. El los siente pulsar como un corazón y a cada pulsación le dió un nombre o una explicación que ahora que veo los diagramas antiguos y modernos sobre los chakras, coincide con lo que los yogis han dicho por milenios. Nombró uno por uno 7 "corazones" y a cada uno le dio unos atributos como de ayudas a su desarrollo. Hay muchas interpretaciones acerca de estos centros y lo que hacen en el sistema. Incluyo uno muy general aquí. Si algo es cierto, es que si nunca antes había podido memorizarme los atributos de cada uno de estos centros en el ser, ahora con la explicación empírica de Noe jamás se me van a olvidar, me queda claro que existen y será entonces una labor descubrirlos en mi.
Me encantó del ejercicio de hacernos preguntas, el ponernos cada uno a reflexionar sobre nosotros mismos. Me encantó escuchar a Bhai responder cada pregunta con lenguaje claro bien articulado, como de alguien que se conoce y sabe lo que quiere.
Llegamos hace dos días de un viaje inolvidable a la casa de nuestros hermanos de India, Aledidi, Dani y Aurora. Nos recibieron en su casa que comparten con sus padres y amigos, Memo y Norah y 9 perros que son como hijos. Pasamos felices. Desde que salimos en carro desde aquí desde nuestra casa hasta Medellín. Los niños se pusieron en modo de viaje. Cambian su actitud y gozan con el cambio de clima, los cambios de paisajes y las explicaciones del papá sobre los distintos sitios y los ríos que vamos cruzando en el camino. Nosotros también entramos en modo de viaje, de romper con la rutina y las montañas hermosas de Colombia nos van sacando como gusanitos de la mente y el corazón y nos van distensionando, relajando, sacando de la mente chiquita para prestarnos una amplia como el mar. Y cantamos y contamos chistes, y jugamos juegos y las horas van pasando, 1, 2...8 sin darnos cuenta. Llegamos a la casa de nuestros hermanos y estamos todos felices. Nadamos, compartimos, comimos, reimos, descansamos, dormimos. Las experiencias nuevas a todos nos sirven y yo descubro o vuelvo a descubrir que viajar es la mejor escuela. Y que para estos niños, la adaptación al cambio es un aprendizaje valiosísimo que trae consigo un montón de manifestaciones a todo nivel. Los viajes en lugares en donde se respeta a la persona como es (y debo decir que esa casa en especial se caracteriza por un "dejar ser") deja florecer todos los aspectos de todas las personas en convivencia. Fue un regalo corto pero delicioso.
Dejo esta entrada aquí, de puro cansancio físico. Pero hay tanto que escribir...