martes, 19 de febrero de 2019

La magia del 2019

Hoy es un día maravilloso.
Desde la semana pasada vienen sucediendo avances fascinantes en la vida de Bhai y por consiguiente en la de todos.
El viernes pasado cumplió 11 años. Celebró por primera vez, planeando su fiesta que bautizó "el gran banquete". Escogió cómo quería su torta, le pidió a la pastelera que le hiciera unas galletas con una decoración especial, pidió globos, escogió pizza para la cena y mandó en mensaje de voz las invitaciones de cada una de las personas que decidió invitar, niños y adultos. También pidió lo que quería de regalo. El día de la fiesta recibió a todo el mundo, comió con todos y aunque en el momento de cantar la canción de cumpleaños se sintió tímido y se escondió, luego dejó que todos nos acercáramos a cantarle a donde él estaba, sonriendo y soplando las velas. Fue una fiesta sencilla pero llena de intención suya. Y eso la hizo absolutamente maravillosa.
Desde hace un tiempo, y gracias también al trabajo que hemos hecho con la ayuda de Edel López, hemos empezado a trabajar mucho en su autonomía. En dejarlo que decida qué quiere hacer y que se comprometa a eso él con el mismo. Hemos hecho experimentos sencillos de lograr, pero desde la semana pasada intencionalmente hemos dejado de ser tan directivos (antes tuvimos que serlo porque el necesitaban una cierta presión para que accediera a nuevas experiencias que le traerían el aprendizaje) y le hemos propiciado la elección de sus actividades y la elaboración de su agenda, priorizando esto frente al tipo de actividades que escoja, con el fin de promover la autonomía. El resultado ha sido fantástico. Hoy después de tan solo una semana de trabajarlo más intensamente, tuvimos una experiencia que habla por sí sola: Estaba viendo televisión un rato después de un día lleno de actividades y solo para que fuera consciente de que estaba tomando una decisión al quedarse frente a la tele y que se apropiara de ella, fui y le pregunté: "Bhai, ¿quieres ir al gimnasio o prefieres quedarte viendo televisión?" La pregunta era retórica pues estaba segura de que me iba a responder que prefería quedarse viendo televisión. Es más, a cada declaración le añadí un gesto con las manos para que no se quedara perdido en las palabras y que no me contestara simplemente lo último que había oído; para hacerlo más consciente. Como imaginé, puso mucha atención a los gestos de las manos y cuando terminé la pregunta, se quedó un rato en silencio y haciendo el mismo gesto que yo había usado, me dijo: "prefiero ir al gimnasio". Se puso sus medias y sus zapatos, apagó el televisor y se fue solo para el gimnasio. Yo no podía creer lo que oía o lo que veía. Me sorprende a diario con las capacidades que tiene escondidas que van surgiendo de un momento a otro, sin que sea posible forzarlas, pero que como a las flores, sí es posible abonar y regar para que de repente florezcan. Ese momento en el que sin fuerza de ningún tipo soy testigo de la apertura de la flor, es mágico.
En la mañana debía ir como primera actividad del día, a los caballos. Los alimenta, los limpia y luego da una vuelta corta en uno de ellos, habiendo ensillado también. El profesor me llamó en la noche a decirme que no podía llegar a la hora habitual, lo cual implicó cambiar la clase para 7 horas más tarde. Un cambio tan abrupto en el plan hace un año, habría sido motivo de crisis. Pero hoy le conté que al profesor "se le habían pegado las cobijas" y me preguntó: "se le pegaron ¿dónde?" Y le dije riendo que se le habían pegado a todo el cuerpo con boxer (el nombre de un pegamento) y que llegaría cuando las pudiera despegar entonces que debíamos esperar y que la clase sería después de que hiciera sus trabajos escolares. En la tarde, apenas llegó Juanca, le dijo: "papá, hoy no fui por la mañana a equitación porque a Omar se le pegaron las cobijas a los boxers (como no le expliqué que boxer era el nombre de un pegamento, entendió que se le habían pegado a los calsoncillos. Se rió a carcajadas mientras le contaba a Juanca). Iré en la tarde." Miramos el reloj y le mostré que aun faltaba una hora y le pregunté qué quería hacer mientras tanto: "Descansar". Sacamos una especie de sofá inflable y lo puso bajo el sol, se puso un sombrero y se recostó a descansar mientras consentía a su perra. Mientras lo veía descansar, sentía la calma que lo llenaba de saber que él mismo había escogido eso que estaba haciendo y que lo estaba haciendo con total consciencia y presencia. Deleitable.
Luego que pasó el tiempo de descanso anunciado con una alarma, se puso sus zapatos y se fue para equitación en su triciclo, solo como de costumbre. La perra recibió la orden de quedarse en la casa, pero su instinto de cuidar a Bhai desde que llegó a la casa el día en que Bhai cumplió 5 años, no la dejó obedecerme y se fue con él a acompañarlo. Después de terminar de montar, Bhai regresó a la casa y como vio que no estábamos ahí, siguió en su triciclo hasta que nos encontró a Juanca y a mí. Nos preguntó si regresaríamos a la casa y le contesté que yo iba para la sede pues Noé ya estaba a punto de llegar a su clase de música. Y entonces dijo: "yo también iré a la sede para jugar con Noé, Jacobo y Esteban".
Al atardecer cuando regresamos a casa, invitamos a Jacobo y a Esteban para que se quedaran en la casa mientras sus papás llegaban a recogerlos. Al llegar se sentaron juntos a comer, compartieron conversaciones y abrazos y luego propusimos jugar un juego de mesa entre todos. Hemos trabajado mucho en jugar juegos de mesa con él, porque a través del juego puede ejercitar sobre todo la comunicación, la teoría de la mente, la toma de turnos entre otras cosas muy importantes para la convivencia. El se resistió de inmediato, no porque no quisiera jugar sino porque nunca había jugado con más de una persona ningún juego de mesa. Pero este era el juego perfecto porque las reglas son muy sencillas y durante el fin de semana ya habíamos ejercitado jugar con Noé (de hecho, no haría justicia si no reconociera las bondades del fin de semana que pasó; nos fuimos para la finca de los abuelos en donde la sencillez prima sobre cualquier otra cosa. Como de costumbre en los paseos desde que Bhai tiene mejor capacidad de ejecución, llevo una maleta llena de juegos, rompecabezas, libros etc. Los jugamos y los armamos todos, empezando oficialmente los juegos de mesa con pares, en este caso Noé. Fue un logro muy importante, propiciado por un ambiente tranquilo, con el tiempo de nuestro lado y con la buena actitud de un hermano menor que se muere de ganas por entender mejor y por ayudar a su hermano mayor). Así es que la negativa no duró mucho. El sacó la primera carta, la cual ya conocía ya que por su buena memoria y con un par de veces que había jugado el juego antes la tenía en su radar, e hizo la mímica de lo que había en la carta, con tan buen resultado que Esteban adivinó la carta. Y ahí ya se quedó en el juego hasta el final, sobrepasando por 20 el reto de jugar 1 minuto no más, y feliz de ver que podía jugar con sus amigos a quienes tanto quiere. Cuando terminaron de jugar se dieron la mano, se abrazaron y se rieron contando las cartas que cada uno tenía. De nuevo, otra flor. Increíble. Al principio me senté con ellos para asegurarme de que Bhai no se iba y cuando lo vi tan entusiasmado con el juego, me retiré y me senté con Juanca desde lejos a ver de nuevo la magia que llenaba el lugar. Todos estábamos felices. Los amigos y su hermano la sintieron también. Estaban satisfechos de poder jugar un juego con su amigo/hermano al que tanto quieren y con quien a veces no saben cómo jugar. Sus amigos (los que estaban y los que hoy no estaban) son niños de una madurez impresionante, que logran ponerse en los zapatos de Bhai y presentarle todo como él lo necesita para que tenga un éxito detrás de otro y en medio de esta sucesión de éxitos, pueda avanzar en su relación con ellos. No son ningunos expertos, pero a veces pienso que son los que más saben.
Habiendo logrado todo lo que vimos hoy, no puedo dejar de pensar que ¿por qué, si pareció tan fácil la aparición de todas estas destrezas, no lo habíamos logrado antes? Y mi auto respuesta es que todo el trabajo anterior había preparado el camino para poderlo lograr. Sin embargo, sí creo que el esfuerzo intencionado y dirigido por las palabras de Edel ("no hay nada que Bhai no pueda aprender. Si no aprende algo no es por falla de él sino del programa educativo que le estemos proponiendo") ha dado sus frutos en muy poco tiempo. Veo, no solo como una imagen para explicar lo que está pasando sino como una verdadera descripción, una puerta enorme que de repente se abrió y que pudimos atravesar. Ya adentro, podemos trabajar y avanzar (adquiriendo destrezas) muy rápidamente. Hay que aprovechar este momento y gozarse esta magia para que dure.