miércoles, 21 de mayo de 2014

Aprendizaje personal

Hoy pensaba en que no tenía nada que escribir en el blog pues no hemos hecho ninguna actividad muy planeada. Los días aquí en el mar han sido acerca de estar presente, de no mirar el reloj y de gozar ese inmenso cuerpo de agua al máximo. Ahí nos la pasamos la mayoría del día y algunos ratos de la noche. Los observo y veo como sin ningún esfuerzo ellos están inmersos en un mundo completo, al que no le falta nada. Felices, como todo niño debería ser (y todo adulto también).
Bhai en el mar, Emma, Noe y yo en la playa

Pero y ¿qué es la felicidad? ¿Acaso es un fin? ¿Qué tan cercana está a los placeres de los sentidos? ¿Es justificable la felicidad cuándo no pensamos en nadie más aparte de nosotros mismos?¿Qué tan fácil es contestar estas preguntas y confundirse en la búsqueda de algo tan efímero? ¿Acaso es fácil saber cuándo se es feliz?
Creo que no se responder definitivamente a ninguna de ellas. Lo que no puedo confundir, es cuando la felicidad se ve plasmada en la cara de un niño. Porque con la sinceridad de un niño, la felicidad no puede esconderse como placer de los sentidos, o como egocentrismo. Es genuinamente felicidad o más bien, alegría. Y en ese estado todo el aprendizaje llega sin ningún esfuerzo. Es un estado de aprendizaje y de crecimiento en sí.
Viendo a Bhai en ese estado dentro del agua, en donde puede permanecer horas enteras sin darse cuenta del paso del tiempo pues ni hambre le da, pensaba en que este blog lo he dedicado a contar lo que ellos aprenden del mundo alrededor y no mucho a lo que yo aprendo de ellos.
En estos días aquí hemos tenido varios eventos que han puesto a prueba la convivencia. Bhai en todas esas situaciones se ha caracterizado por mantener la calma y por querer que los demás la mantengan. Me dice: "tranquila, relájate, cálmate, todo está bien." Nunca indispone a nadie adrede y nunca molesta a nadie a menos que lo molesten a el. Es decir, que sí se defiende, pero solo si alguien lo está agrediendo de alguna manera. De resto, siempre encuentra su actividad, lo que quiere hacer, sin molestar a nadie. Es un hacedor de paz. Se ha vuelto un compañero deleitoso. Pero más que eso, un maestro. Las ínfulas de padre que enseña quedan aplastadas con la sabiduría de su actitud de vida.  

Termino con un cuento que le contó Noe a Emma esta noche:
"Emma, ¿te cuento un cuento?" "Sí Noe", le dijo Emma. Noe: "El conejo de Pascua quiso convertir su reino en un plato de comida para perros pero no le funcionó y quedó convertido en un plato de fríjoles."

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